martes, 31 de mayo de 2011

¿Miedo al fracaso?


Si y mucho. Vivimos en un país donde el 85% de las empresas son PYMES. PYMES donde su fundador, es su principal trabajador, accionista y sobre todo avalista.

La principal fuente de recursos propios, son eso, recursos que el propio emprendedor pone, en base a su patrimonio – dinero que pudiera tener ahorrado – o usándolo como aval frente a un prestatario – por lo general el banco, aunque cada vez se ponen más “de moda” los business angels y las empresas de capital riesgo.

Sin duda los riesgos que un emprendedor asume son muchos y diversos, pero el miedo al fracaso quizás sea el que más gente deja con la idea en la cabeza. Sin duda, comenzar un negocio implica asumir un riego y uno debe valorar mucho si está en condiciones de asumir dicho riesgo, por el y por los que le rodean, sean familiares, hijos u amigos.

Si el riesgo es asumido, adelante con el negocio. Si no se asume, ni negocio, ni empleados, ni beneficio, ni impuestos, ni nada.

¿Por qué el riesgo debe ser asumido en su gran parte por el emprendedor, cuando los beneficiados somos todos, incluidos el estado, los bancos, las familias, los hijos y los amigos?

Quizás en esta sociedad española deberíamos aprender a asumir y compartir los riesgos al igual que nos gusta compartir los beneficios o los éxitos. Quizás en esta asunción de riegos, pudiéramos incorporar los costes de dar una segunda oportunidad a quien tiene las agallas de
 jugárselo todo por un sueño, por una idea, por un negocio, y por un empleo para los demás, por unos salarios, por unos beneficios, por unos intereses, por unos impuestos que a todos nos benefician.

Pero esta situación es un tanto irreal, al menos en España, a pesar de la acuciante necesidad de PYMES que relancen la capacidad productiva española. Mientras en otros países de los que todos oímos hablar, el fracaso es valorado, tenido en cuenta y la capacidad de tener una nueva oportunidad (y volver a asumir un nuevo riesgo) es responsabilidad de todos, amigos, familias, hijos, bancos, business angels, y estado.

Mi padre me contaba, que si alguien se equivocaba al realizar una tarea, había que dejarlo seguir haciendo su trabajo, ya que tras reconocer el error, era mucho más probable que no volviera a equivocarse que si se ponía a una nueva persona en su lugar.

Las probabilidades de que alguien vuelva a cometer un error, son siempre menores que el que anda por primera vez el camino del emprendimiento. Entonces, ¿Por qué no facilitamos la posibilidad de volver a empezar? ¿Por qué no valoramos que los que han fracasado alguna vez tiene más probabilidades de no volver a hacerlo que los primerizos?

Sin duda necesitamos tanto un cambio cultural como un cambio legal que nos reduzca el miedo al fracaso y potencie nuestro espíritu emprendedor que tuvimos cuando el sol no se ponía.

By J de Jor

2 comentarios:

  1. Totalmente a favor de cambios legales para promocionar el papel del emprendedor en la sociedad española, pero más a favor de un auténtico cambio cultural. Por desgracia, aunque la sociedad no valora suficientemente el papel del verdadero emprendedor en la creación de riqueza, todavía quedan muchos mal llamados empresarios que buscan el legítimo beneficio sin reinvertir parte del mismo y, demasiadas veces, a costa de explotar de manera inmisericorde al trabajador, olvidando que el capital humano es, junto con la innovación, el mayor factor de éxito para que una aventura empresarial sea rentable y permanezca en el tiempo. Flexibilizar, aún más, las leyes laborales y reducir drásticamente los impuestos en absoluto son garantía de creación de empleo, como ya explicaba Keynes, y de ahí que el Estado deba intervenir en la economía de mercado fomentando la competitividad y, al mismo tiempo, garantizando el equilibrio entre el beneficio del auténtico emprendedor y el progreso en unas condiciones dignas para el buen trabajador.
    Javier Grado

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  2. GRacias Javier, por tus oportunos comentarios.
    Slds.

    J. de Jor

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